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jueves, 5 de agosto de 2010

Saprissa se le escapó vivo a un león sin garras!!!!!!!!


http://www.nacion.com/Los campeones sortearon quedarse diezmados y sacaron un punto de oroLos manudos pecaron de falta de imaginación para lograr algo más/////Heredia. Entre la falta de pegada de la Liga y un Saprissa mermado por dos expulsiones justas, pero sin rendirse, se escribió un cero a cero que a nadie debe sorprender, pero que a los liguistas debe molestar y a los saprissistas dejar con una sensación de alivio.

Imagenes/Fotos
Los morados Armando Alonso (izquierda) y Yader Balladares le cierran el paso a Carlos Clark, mientras observa Argenis Fernández. Carlos González
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Expulsiones justas, pero que marcaron el partido

La gradería reflejó el frío ambiente
Anexos
Números del juego

Posiciones del torneo
Como dice un refrán futbolero: “Lo único que no se vale de un clásico es perderlo”.

El juego no fue bueno, le faltó chispa y sabor; tuvo algo de morbo en la complementaria por la situación de la desventaja numérica de los campeones.


Entonces, ¿qué vimos en el arranque del clásico?

Un juego áspero, con exceso de roce y ganas, sin el gobierno de alguien, en cualquiera de los dos equipos, que pusiera la pelota al piso y dijera: “Señores, vamos a jugar”.

Tal vez lo intentó más la Liga, al inicio del choque; sin embargo el fuelle le duró poquito –si acaso 10 minutos– y luego se diluyó.

Pablo Gabas fue quien tuvo la voz cantante en esos minutos en los cuales los manudos se vieron algo mejor (pero no mucho). Luego se perdió...

Así le sucedió a Argenis Fernández, quien “caracoleó” un par de veces..., y nada más.

De hecho, dispuso de una oportunidad inmejorable (30’), mas optó por centrar: como muchos jugadores de este país no se echó la responsabilidad de tomar una decisión.

Saprissa no tuvo un cotejo claro: lejos de su estilo de toque, presentó un juego con exceso de pelotazo, aún cuando tenía el equipo completo sobre la cancha.

La S no tenía la mejor de sus noches, aunque tampoco era la peor; hasta que llegaron las dos expulsiones, que no fueron cosa de juego: quedarse sin Víctor Cordero y Wálter Centeno le saca las canas al saprissista más pintado.

Con semejantes boquetes en su línea de flotación, nadie apretó el “botón de pánico” en la S.

La Liga tomó la pelota, aunque sin dejar la sensación de que podía pegarle al Saprissa en el suelo.

En las tiendas de los campeones, pues la consigna fue aguantar, pero sin colgarse del travesaño y con el manido truco del contragolpe.

Conforme el juego se hizo viejo, el cero a cero tomaba mejor forma: la Liga no sabía y no podía; Saprissa tampoco podía, pero estaba a gusto con el estado de las cosas.

Fin del juego, acá no pasó nada y a otra cosa.

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